Una mirada más atenta a la relación de la sociedad con la comida revela un patrón de consumo excesivo. El slow eating reduce eficazmente la ingesta de alimentos mediante mecanismos fisiológicos y psicológicos que regulan el apetito y favorecen la saciedad. En lugar de platos normales, la comida se sirve en un "falter", la porción perfecta para el bocado perfecto. La atención pasa del consumo pasivo a la alimentación consciente, evitando distracciones. El plegado se convierte en un ritual que fomenta la apreciación, y el material favorece la masticación consciente. El Falter se adapta cómodamente a la mano y la perforación facilita el plegado.